lunes, octubre 09, 2006

Respetar las diferencias y flexibilizar la militancia

Respetar las diferencias
y flexibilizar la militancia

Marta Harnecker

►1. Todavía existe en la izquierda una dificultad para trabajar con las diferencias. La tendencia, especialmente de los partidos de clase, fue siempre tender a homogeneizar la base social en la que actuaban. Si eso se justificó alguna vez dada la identidad y homogeneidad de la propia clase obrera con la que trabajaban prioritariamente, en este momento es anacrónico frente a actores sociales tan diversos. Hoy se trata cada vez más de la unidad en la diversidad, del respeto a las diferencias étnicas, culturales, de género, y de sentimiento de pertenencia a colectivos específicos.

2. Se hace necesario realizar un esfuerzo por encauzar los compromisos militantes partiendo de las potencialidades propias de cada sector o individuo, sin buscar homogeneizar a los actores. Es importante tener una especial sensibilidad para percibir también todos aquellos puntos de encuentro que puedan permitir levantar, a partir de la consideración de las diferencias, una plataforma de lucha común.

3. Este respeto a las diferencias debe reflejarse también en el lenguaje. Es fundamental que se rompa con el viejo estilo de pretender llevar mensajes uniformes a gente con muy distintos intereses. No se puede estar pensando en masas amorfas, lo que existe son individuos, hombres y mujeres que están en distintos lugares, haciendo cosas diferentes y sometidos a influencias ideológicas diferentes; el mensaje tiene que adoptar formas flexibles para llegar a ese hombre concreto.

4. Cuando todos los discursos y los mensajes vienen hechos de la misma tela y se trasmiten de la misma forma y con las mismas palabras, pronunciadas en el mismo tono y por el mismo megáfono, cuando pasan los años y la pinta y la consigna no cambian, la palabra se devalúa. Es moneda que ya no compra la imaginación de nadie.

5. Hay que individualizar el mensaje, pero sin perder de vista los objetivos comunes.

6. Y nos parece iluminador este tema del respeto a las diferencias para examinar el tema de la crisis de la militancia. Como es de todos conocidos, durante estos últimos años se ha producido una crisis de militancia bastante generalizada, no sólo en los partidos de izquierda sino también en los movimientos sociales y en las comunidades cristianas de base, que no es ajena a los cambios que ha sufrido el mundo. Sin embargo, junto a esta crisis de militancia en muchos de nuestros países se ha dado paralelamente un crecimiento de la influencia de la izquierda en la sociedad, y aumenta la sensibilidad de izquierda en los sectores populares.

7. Esto hace pensar que uno de los factores que podría estar en el origen de esta crisis es el tipo de exigencias que se le plantean a la persona para que ésta se pueda incorporar a una práctica militante organizada. Habría que examinar si la izquierda ha sabido abrir cauces de militancia para hacer fértil esa creciente sensibilidad de izquierda en la sociedad, porque no todas las personas tienen la misma vocación militante ni se sienten inclinadas a militar en forma permanente. Eso fluctúa dependiendo mucho de los momentos políticos que se viven. No estar atentos a ello y exigir una militancia uniforme es autolimitar y debilitar a la organización política.

8. Hay, por ejemplo, quienes están dispuestos a militar en un área temática: salud, educación, cultura, y no en un núcleo de su centro de trabajo o en una estructura territorial. Hay otros que se sienten llamados a militar sólo en determinadas coyunturas (electorales u otras) y no están dispuestos a hacerlo todo el año, aunque en momentos claves de la lucha política siempre se cuenta con ellos y en su vida cotidiana promueven el proyecto y los valores de la izquierda.

9. Tratar de encasillar a la militancia en una norma única, igual para todos, en una militancia de las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana, es dejar fuera a todo este potencial militante.

10. Tenemos que crear un tipo de organización que dé cabida a los más diferentes tipos de militancia, donde se admitan diversos grados de formalización. Las estructuras orgánicas deben abandonar su rigidez y flexibilizarse para optimizar este compromiso militante diferenciado, sin que se establezca un valor jerárquico entre ellas.

11. Una de las cosas criticables de la organización leninista de partido es haber uniformado las instancias orgánicas sin tener en cuenta la diferencia de cada medio social. Las células o núcleos se estructuraban en forma exactamente igual en todos lados sin tener en cuenta lo específico de cada ámbito: una fábrica no es igual a un latifundio o a una escuela universitaria o a un canal de televisión.

12. Para facilitar esta militancia diferenciada se hace necesario adaptar la estructura y los organismos de base a la naturaleza del medio en que se desenvuelve la actividad militante.◄

Bibliografía de Marta Harnecker sobre el tema:

¾ La izquierda después de Seattle, Siglo XXI España, 2002.

¾La izquierda en el umbral del Siglo XXI. Haciendo posible lo imposible, Publicado en: México, Siglo XXI Editores, 1999; España, Siglo XXI Editores, 1ª ed., 1999, 2ª ed., 2000 y 3ª ed., 2000; Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, 2000; Portugal, Campo das Letras Editores, 2000; Brasil, Paz e Terra, 2000; Italia, Sperling and Küpfer Editori, 2001; Canadá (francés), Lantôt Éditeur, 2001; El Salvador, Instituto de Ciencias Políticas y Administrativas Farabundo Martí, 2001.

¾Vanguardia y crisis actual o Izquierda y crisis actual, Siglo XXI España, 1990. Publicado en: Argentina, Ediciones de Gente Sur, 1990; Uruguay, TAE Editorial, 1990; Chile, Brecha, 1990; Nicaragua, Barricada, 1990. Con el título Izquierda y crisis actual: México, Siglo XXI Editores, 1990; Perú, Ediciones Amauta, 1990; Venezuela, Abre Brecha, 1990; Dinamarca, Solidaritet, 1992.

domingo, febrero 19, 2006

Necesidad de articular izquierda politico y social

Necesidad de articular
la izquierda política y la izquierda social

Marta Harnecker

►1. Cada vez es más intenso el rechazo de la mayoría de la gente contra el modelo de globalización que se impone en nuestro continente, por su incapacidad para resolver los problemas más acuciantes de nuestros pueblos. Las políticas neoliberales, implementadas por el gran capital financiero transnacional respaldado por un gran poderío militar y mediático, y cuyo centro hegemónico son los Estados Unidos, no sólo no han resuelto estos problemas sino que han agudizado vertiginosamente la miseria y la exclusión social, mientras las riquezas se concentran en cada vez menos manos.

2. Entre los primeros que sufren las consecuencias económicas del neoliberalismo están los sectores tradicionales de la clase obrera urbana y rural. Pero sus efectos nefastos no se limitan a ellos sino que afectan a muchos otros sectores sociales como: los pobres y marginados, los estratos medios empobrecidos, la constelación de pequeños y medianos empresarios y comerciantes, el sector de los informales, los productores rurales medianos y pequeños, la mayoría de profesionales, la legión de los desocupados, los cooperativistas, los jubilados, la policía y los cuadros subalternos del ejército (suboficiales y cuadros que les están subordinados). Por otra parte, no sólo debemos tener presente a los sectores económicamente afectados, sino también a todos los discriminados y oprimidos por el sistema: mujeres, jóvenes, niños, ancianos, indígenas, negros, determinadas creencias religiosas, homosexuales, etcétera.

3. El neoliberalismo empobrece a la gran mayoría de la población de nuestros países, los empobrece desde el punto de vista socioeconómico y desde el punto de vista de su subjetividad.

4. Algunos de estos sectores se han transformado en poderosos movimientos. Entre ellos están los movimientos de mujeres, de indígenas, de consumidores, los que luchan por los derechos humanos y la protección del medio ambiente.

5. Estos movimientos difieren en muchos aspectos del clásico movimiento obrero. Sus plataformas tienen un fuerte acento temático y su convocatoria es policlasista y multigeneracional. Sus modos de organización son menos jerárquicos y más en red que en el pasado y sus formas concretas de acción son muy variadas.

6. Aparecen también en el escenario nuevos actores sociales. Es sorprendente, por ejemplo, la capacidad de movilización que han manifestado los jóvenes, organizados fundamentalmente por vía electrónica, con el objetivo de repudiar la actual globalización; resistir a la aplicación de medidas de corte neoliberal, desarrollar poderosísimas manifestaciones contra la guerra y ahora contra ocupación, y difundir experiencias de luchas revolucionarias, rompiendo el cerco informativo al que habían sido siempre sometidas las ideas progresistas y de izquierda.

7. Este creciente rechazo se expresa a través de prácticas plurales y alternativas de resistencia y de lucha.

8. La consolidación de partidos, frentes o procesos políticos de izquierda que se oponen al neoliberalismo es innegable en varios países: Venezuela, Brasil, Colombia, Uruguay, El Salvador, Bolivia. En otros, como Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador y México surgen poderosos movimientos sociales, que se transforman en destacados actores políticos, asumiendo la crítica y ocupando las primeras líneas de combate contra la globalización neoliberal.

9. Sin embargo, a pesar de la profundidad de la crisis que este modelo provoca, la amplitud y variedad de los sectores afectados que abarcan a la inmensa mayoría de la población, la multiplicidad de las demandas que surgen desde la sociedad y permanecen desatendidas, hechos que producen una situación altamente favorable para la creación de un bloque social antineoliberal muy amplio y con enorme fuerza social, la mayor parte de las expresiones crecientes de resistencia y de lucha están todavía muy lejos de significar una verdadera amenaza para el sistema.

10. Pienso que una de las razones para explicar esto es que junto a las condiciones objetivas favorables para conformar un gran bloque social alternativo al neoliberalismo, se dan condiciones subjetivas muy complicadas, que tienen que ver con un problema de fondo: la dispersión de la propia izquierda.

11. Y por ello que considero de importancia estratégica para una lucha eficaz contra el neoliberalismo la necesidad de articular a los diferentes sectores de la izquierda y entiendo por izquierda el conjunto de fuerzas que se oponen al sistema capitalista y su lógica del lucro, y que luchan por una sociedad alternativa humanista y solidaria, construida a partir de intereses de las clases trabajadoras.

12. La izquierda no se reduce, entonces, a la izquierda que milita en partidos u organizaciones políticas de izquierda, sino que incluye a actores y movimientos sociales. Estos son muchas veces más dinámicos y combativos que los primeros pero no militan o rechazan militar en partidos u organizaciones políticas. Entre los primeros hay quienes apuestan a acumular fuerzas por la vía del uso transformador de las instituciones, otros mediante la lucha guerrillera revolucionaria; entre los segundos hay quienes buscan ir construyendo movimientos sociales autónomos y distintos tipos de redes.

13. Para simplificar he decidido denominar izquierda política a los primeros e izquierda social a los segundos, aunque reconozco que esta separación conceptual no se da siempre así en la práctica. De hecho los movimientos sociales más desarrollados adquieren dimensiones socio‑políticas.

14. Para concluir, pienso que sólo la unión de los esfuerzos militantes de las más diversas expresiones de la izquierda permitirá cumplir a cabalidad la tarea de construir el gran bloque social antineoliberal que necesitamos La tarea estratégica sería, entonces, articular la izquierda política y social, para, a partir de ella, reunir en una sola gran columna a la creciente y dispersa oposición social. Las dificultades de esta empresa y las formas de superarlas serán analizadas en próximos artículos.◄